Cuentos breves de Armenia
Esta serie fotografica es una colección de breves y evocadoras imágenes que capturan las diversas tradiciones, culturas y vida cotidiana de Armenia, mostrando la identidad única y el espíritu perdurable de su gente.
“Cuentos breves de Armenia" quiere ser una colección fluida de breves episodios de vida que tienen un fondo común: lugares, modos de vida y tradiciones de una tierra que podría contar infinitas historias. Estas historias son tan breves que pueden ser contadas en una sola toma, pero, al mismo tiempo, la intención es que puedan ser extendidas o tal vez interpretadas por la imaginación de quien las ve. Cada foto, por lo tanto, es una historia en sí misma. Diferentes son los actores, diferentes los lugares y escenarios. Los puristas de la fotografía encontrarán disparejo incluso el aspecto cromático. Algunos no apreciarán la combinación del color con el blanco y negro. Pero quise igualmente buscar una coherencia en el enfoque: las historias deben hacer referencia a ese fondo común del que hablaba. Y así aparecen de manera estilizada los típicos camiones coloridos de la época soviética, escenas eclesiásticas, velos en la cabeza, el excelente café armenio, u otros elementos más o menos típicos que dejo a identificar al buen observador. Armenia, entonces, está siempre ahí, fondo omnipresente, para quien quiera verla.
Algunas historias involucran de manera ligera también a comunidades distintas que viven en el territorio armenio, como los Molokanes o los Yazidíes. Pueblos dentro de pueblos en una nación en la que las diferencias étnicas o religiosas han dejado una gran cicatriz y continúan siendo motivo de tensión. No se trata de un análisis profundo de estas convivencias entre grupos, y sigue siendo evidente la ligereza de las historias breves. Pero, incluso así, queda un pequeño testimonio de cómo etnias diferentes coexisten en un territorio que durante demasiado tiempo ha visto prevalecer el odio sobre la aceptación.
En definitiva, Armenia me ha parecido maravillosa en su simplicidad y en su vínculo con las tradiciones. Situada en el Cáucaso, tierra intermedia entre Europa y Asia, a veces muestra las influencias de ambas culturas, pero, al mismo tiempo, mantiene orgullosamente una identidad propia, profesando una creencia única en el mundo o manteniendo un alfabeto propio. Dulces (como sus albaricoques) son sus habitantes, a pesar de las apariencias duras, de gente que ha tenido que hacer de la necesidad virtud. Gente que seguramente tiene infinitas historias que contar. A mí, en mi pequeño aporte, me complace contar algunas.